Más reflexiones

Os acordáis del retiro ezzzpiritual que anuncié en mi blog? Pues bien, creo que es algo que todo el mundo deberíamos hacer unas cuantas veces en nuestra vida, porque sienta muy bien. Prácticamente un mes estuve con mi agenda social vacía. Y, aunque ya he vuelto, nada volverá a ser como antes.

No sé ni por donde empezar. En este tiempo he aprendido a disfrutar de una agenda casi vacía. A estar sóla, conmigo misma. A ser egoísta. A hacer lo que quiero y cuando quiero. Me he dado cuenta de que muchas veces, el estar de un lado para otro con gente solo evita que te enfrentes a tu realidad y a tus propios problemas. Pensar en uno mismo no es malo. Ser egoísta no es malo.

Soy una persona muy sociable. Extremadamente sociable. Me gusta mucho conocer gente, si son muy diferentes a mí mejor porque más cosas aprendo. Sabíais que cuando ofreces té, galletas, o lo que sea a alguien de Indonesia te va a decir no hasta tres veces? Después del tercer no aceptará. Y no es que se sienta forzado a aceptar, sino que por educación tiene que decir tres veces que no. Os ha dado alguna vez un abrazo alguien de Finlandia? Si lo hace cuida bien a esa persona porque te verdad te quiere. Los Finlandeses no son muy amigos del contacto corporal. A mí no sólo me ha dado un abrazo una persona finlandesa sino que hasta me ha dado dos besos varias veces. Sabéis que la gente Polaca tiene mucho en común con la gente española? Podría parecer que no, pero yo creo que tenemos culturas muy próximas. Sabéis que una mujer china nunca va a decirte que no a algo que le pidas? Y luego hará lo que le dé la gana. Sabíais que en Islandia la gente tiene una aplicación en el móvil para, cuando conocen a alguien que les interesa como pareja, comprobar si son familia?? Toda Islandia tiene 330.000 habitantes, la mitad de Zaragoza, lo que hace que prácticamente todo el mundo tenga lazos sanguíneos de algún tipo. Todas estas cosas y muchas más las aprendes teniendo amigos de muchos países.

Pero ser sociable, el que te guste estar mucho tiempo rodeada de gente haciendo cosas no significa que me guste estar todo el tiempo rodeada de la misma gente. No soy ni nunca seré una persona a la que le gusta estar 24 horas al día, 7 días a la semana con la misma persona. Cuando era más joven lo era, pero ya no. Me agobio si tengo una amiga o amigo que está todo el tiempo a mi alrededor. Me falta el aire. Me vuelvo arisca. No soporto las amistades tipo adolescentes, que casi tenéis que ir a mear y a cagar de la mano. No me gusta sentirme atada o controlada, tener que dar explicaciones. No me gustan los celos. Y todo esto se aplica tanto a amistades como a pareja. Si una pareja pretende tenerme controlada todo el día, saber lo que hago y con quien permanentemente, no me va a durar. Cuando percibo que una persona es posesiva, huyo. No quiero una pareja así.

Soy cabezona hasta morir. Y luego sigo siendo cabezona un rato más. Pero mi cabezonería me ha llevado hasta donde estoy. Sé lo que quiero y no paro hasta que no lo tengo. Como se me meta en la cabeza mudarme a Rusia, preparaos a leer reportajes en directo desde Moscú. Pero saber lo que quieres no es siempre una cosa buena. Os pongo un ejemplo:

Sales de compras porque necesitas unos pantalones. Una persona normal llega a las tiendas y se pone a mirar pantalones y se va probando los que le gusta y los que no. A veces saben que tipo de pantalones, vaqueros, por ejemplo. Y se van probando vaqueros hasta que encuentran el suyo. Yo no. Yo salgo de mi casa sabiendo que quiero unos pantalones vaqueros, de corte acampanado, cinturilla baja, con bolsillos en la parte de atrás, con un color determinado y además tiene que ser de estos push up, pa presumir de culo. Yo salgo de tiendas y me las recorro todas, no me pruebo ningún pantalón que no sea el que he visualizado. Y por mis cojones que encuentro el pantalón de marras aunque tenga que visitar todas las tiendas de la ciudad.

Ahora imaginaros lo que pasa si lo que quiero es una pareja. Pues eso, que tengo muy claro exactamente qué es lo que quiero en una relación y cómo es esa persona, y no me vale nada más. Y así sigo, soltera, porque esa persona no sé donde se esconde. Y porque cada vez que me cruzo con alguien que sí podría interesarme, que rara vez ocurre, por cierto, esa persona tiene otros planes u otras ideas. No sería más fácil si no tuviera las ideas tan claras? Tengo amigos que valen su peso en oro y a los que me encantaría poder mirar con otros ojos. Pero va a ser que no. Que esas cosas no se eligen.

A todo esto. Hace como 7 años un amigo me propuso matrimonio. Sí. Un rubio de ojos azules muy guapo me ofreció un plan perfecto: Pelocha, tu y yo nos casamos, nos vamos a vivir a España, tenemos hijos allí, vemos la tele debajo de la manta abrazados, te cuido, me cuidas. Y me reí. Mi amigo es gay. Hace una semana me apareció por facebook mandandome fotos de tiempos pasados y recordamos este pacto. Apareció en un momento en el que yo estaba triste y me sacó una sonrisa. Eh rubio, y qué pasa si en nuestro matrimonio perfecto yo ligo con otro rubio y a tí también te gusta? Lo compartimos o nos peleamos? Sí, lo confieso, ahora también estoy sonriendo.

Y aquí estoy, un sábado por la noche. Sentadita en el sofá, con una manta, Veda, y divagando en mi blog. Definitivamente algo ha cambiado. Nada va a ser igual. Soy la que soy y no me voy a endulzar para gustar más. O para ser mejor persona. O mejor mujer. O mejor amiga. No seré perfecta, pero Veda sí lo piensa. Y mi mejor amiga también. Mi futuro marido también lo pensará o simplemente no existirá. Mis amigas aceptan como soy. Hay gente que hasta me aprecia y me tienen cariño. Hay gente que no me soporta, y hay gente a la que no le parezco buena amiga. Lo normal. O no?